Encontrar nuestro sitio en el mundo a veces, no resulta fácil pero, ¿Sabías que unos simples zapatos, pueden darte mucha información sobre este tema?
¿Qué tipos de zapatos usas? ¿Cómo son tus pies? ¿Eres hijo único, eres el mayor de tus hermanos? ¿Cómo te relacionas con el dinero?
Todos estos temas te dan pistas para descubrir cuál puede ser el motivo de sentirte desubicado, vivir con sentimiento de pobreza o creer que hay cosas que no te mereces.
Todos tenemos nuestro sitio en este mundo pero, no esperes a que otros te lo den, tienes que dártelo tú y encontrar nuestro sitio, es una tarea personal.
¿Con qué se relacionan los conflictos de territorio?
Los problemas de territorio son en esencia problemas con nuestra hermandad, nuestra familia y también pueden afectarnos en lo corporal y en el dinero.
El conflicto con lo material se relaciona directamente con el territorio.
Los aspectos negativos nos remiten a todos los estados de estancamiento material: los problemas de sobrepeso, un trabajo donde uno no se realiza, la falta de trabajo, una situación económica estancada, una familia encerrada en sí misma.
Si no te dieron un espacio en tu familia, de adulto no te considerarás digno de ocupar ningún lugar, es el problema de no encontrar nuestro sitio. Te sentirás fuera de lugar, como un exiliado.
Hay que observar cómo has vivido los problemas con tu hermandad ya que las cosas no resueltas, se trasladan a la pareja, los amigos, los compañeros y los vecinos.
Los hijos únicos tienen todo el espacio para ellos aunque también, llevan a cuestas todos los proyectos que los padres tenían para ellos mismos.
Hay que evaluar:
- Si tus padres querían una niña y fuiste niño o viceversa.
- Si había un preferido o preferida.
- Si hubo un aborto antes de tu nacimiento o después del mismo.
- Si hay un hermano muerto antes de tu llegada al mundo.
- Si estás justo en el centro, a veces la vida se presenta como una montaña rusa para encontrar nuestro sitio dentro del clan.
¿Cómo se manifiestan los conflictos de territorio?
Por ejemplo la negación para viajar, de explorar, las dificultades para adaptarse a los cambios, el exceso de pedir disculpas como si se estorbara siempre, el apego excesivo a lo material, la tendencia a acumular, la rivalidad, los
celos enfermizos, la sensación de no ser merecedores de cosas buenas…
¿Qué sería lo ideal?
Deberíamos empezar por sentirnos cómodos en nuestro propio cuerpo. Sin importar dónde estemos, ni tampoco la gente que nos rodea, nuestro cuerpo es el lugar perfecto.
¿Qué mejor lugar que nuestro cuerpo, para encontrar nuestro sitio? … Sucede que hay personas que no están a gusto en ningún sitio y puede ser porque no están a gusto con su propio cuerpo.
¿Desde qué parte del cerebro se controlan los aspectos relacionados con el territorio?
Ahí está la clave. Es el cerebro más primitivo el que controla el territorio, el alimento y la descendencia.
El dinero proporciona estas tres necesidades básicas y en el momento en el que creemos que nos falta, nos estresamos y angustiamos. También puede suceder que vivamos en una familia que asocia el dinero con el pecado, lo que nos dificultará ganarlo y no creernos merecedores de ello.
A veces, cuando los padres desean de tener un hijo y nacen dos, mellizos o gemelos, puede suceder que se les trata como si fueran una única persona. Los dos comparten el territorio que estaba destinado a uno sólo y ahora, toca repartir.
Uno es el sociable, el otro el tímido; uno tranquilo, el otro nervioso; uno es el duro, el otro es muy sensible; uno se casa, el otro se queda soltero… ¡Así no es posible encontrar nuestro sitio!
Por eso se necesita crear espacios para compartir y espacios privados. Todos necesitamos un espacio sagrado donde poder recluirnos cuando lo necesitamos. Si no lo hacemos, seremos invadidos por familiares o amigos.
Que la gente respete nuestra parcela es muy saludable y encontrar nuestro sitio, un lugar especial para nosotros, no es tan complicado, puede ser incluso en la naturaleza. Hacer de ese lugar “nuestro lugar” es muy reconfortante.
Encontrar nuestro sitio en este mundo
Decíamos que una característica de esta problemática era hacerlo todo dentro de la familia, o con alguien de la familia. Se trata de algo que nos impide salir al mundo, nos encierra y nos complica las relaciones con el mundo exterior.
Es como quedarse amarrado a la familia sin posibilidad de expandirnos, de encontrar nuestro sitio en el mundo más allá del clan familiar.
Hay un momento en el que se deben cortar las amarras, abrir los blindajes, entrar en una nueva vida y dimensión que, al comienzo, puede que no sea muy fácil porque aún no la hemos explorado.
Encontrar nuevos horizontes, nuevos territorios, aire puro, en definitiva, encontrar nuestro sitio en el mundo.
¿En qué parte de nuestro cuerpo estaría el territorio?
Los pies simbolizan el territorio, están conectados con nuestra hermandad, el clan familiar al que pertenecemos, al lugar en el que elegimos vivir.
Simbolizan la firmeza y el arraigo; “tener los pies en el suelo” significa estar arraigado, ser consciente y tener unas bases firmes. Parece ser que cuando no estamos viviendo nuestra vida sino la vida de otros, caminamos como un ladrón sin hacer ruido. Pasamos de puntillas por la vida.
Si somos hijos de padres divorciados, o separados…las puntas de los pies se separan. ¡Curioso! Se suele asociar los problemas de pies con un temor al futuro y al miedo de no poder avanzar en la vida.
En los pies también podemos situar la infancia. Y respecto a la forma de los mismos: pies grandes, simbolizan a una persona que en su infancia, estuvo muy unido a la madre y con una cierta tendencia al materialismo.
Los pies planos corresponden a una persona sin estabilidad ni apoyo, tanto material como emocional.
Caminar sobre las puntas de los pies significa tener poco contacto con la realidad, no echan raíces en ninguna parte y tienen grandes sueños pero con mucha fantasía.
Caminar apoyados sobre el talón, marca una tendencia a escapar de la vida ya que pueden ser derribados hacia atrás fácilmente.
Los zapatos también cuentan historias
Podemos reflexionar si al levantamos a la mañana, calzamos nuestros pies con unos anchos zapatos para ir holgados por la vida, ¿o estrechos para castigarnos por avanzar?
Si nuestros zapatos terminan en una fina punta para abrir nuevos caminos, o en punta cuadrada que obstaculiza nuestros logros.
¿Son altos para competir y que se note nuestra presencia en el mundo, o bajos y silenciosos para disculparnos por existir?
Llegamos a casa y cambiamos de calzado para pisar cómodamente lo que consideramos nuestro hogar, ¿o seguimos con los mismos que pisaron la calle, porque no distinguimos el territorio de “fuera” del de “dentro”?
La cultura japonesa cuida mucho el tema de los zapatos
Una buena costumbre de la cultura japonesa dice que cuando entras en una casa hay que descalzarse, los zapatos se quedan en la entrada para evitar que los extraños tomen posesión de ese territorio y a la vez, honren el lugar que les está acogiendo.
Parece indicar que el hecho de pisar, es una forma de tomar posesión de ese territorio…
¿Qué otras cosas “simbólicas” se pueden hacer?
Es necesario que amemos la ciudad en la que vivimos, que honremos y seamos agradecidos con ese espacio que pisamos todos los días.
Y para mejorar nuestra relación con el lugar, puedes hacer esto: “Antes de salir de casa, perfuma las suelas de tus zapatos”. Es una forma muy elegante de encontrar nuestro sitio en el mundo y de estar agradecidos por ello.
¿Qué son los contratos materiales-económicos?
Son frases que hemos escuchado en la familia desde muy pequeños y que se nos han quedado grabadas.
Afirmaciones que consideramos “normales”, del estilo de: “El que arriesga siempre pierde”, “Más vale pájaro en mano que ciento volando”, “Más vale malo conocido que bueno por conocer”…
El tema del espacio, cuando teníamos que compartir nuestra habitación u otro lugar de la casa con un hermano. No teníamos espacio propio. Puede desembocar en que ahora, necesitemos mucho espacio para vivir.
Tenemos problemas con el espacio que se manifiesta a veces, con una insatisfacción continua con el territorio que se ocupa.
Como ejemplo está el caso de personajes famosos de origen humilde que invierten en grandes fincas, incluso se hacen propietarios de islas enteras para ellos solos y esto no tiene nada que ver con encontrar nuestro sitio en este mundo. A. Jodorowsky.
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