¿Te has preguntado qué harías si no tuvieras miedo? Seguramente muchas más cosas de las que haces ahora. No le tengas miedo a las emociones porque su objetivo principal es que te adaptes al entorno.
Originariamente el miedo siempre nos ha advertido de un peligro y las emociones también te preparan para que pases a la acción. Por ejemplo el miedo te prepara para huir en caso de que estés en peligro.
Todas las emociones tienen una función informativa, ellas te comunican cómo vives ciertas situaciones diarias de tu vida. El miedo como instinto básico solo es una reacción a algo que está ocurriendo aquí y ahora y puede ser algo que compromete tu seguridad.
Sin embargo cuando predomina el miedo continuado, esa reacción que aparece con respecto a algunas experiencias pasadas o cuando te anticipas a una futura (que no es necesariamente real), se trata de un miedo infundado que está controlando tu poder de decisión.
Pensar qué harías si no tuvieras esos miedos más sutiles o más complejos puede llevarte a libertarte de ellos.
Preguntarte cuál es el origen de esos miedos es preguntarte qué harías si no tuvieras miedo a la soledad, al abandono, a no ser aceptada/o o al desamor.
No solo dejas de hacer muchas cosas por miedo sino que también reflexiona sobre cuáles haces por miedo. Por miedo a no agradar a otras personas, también por miedo callas muchas cosas que necesitas expresar o si es por miedo al qué dirán.
¿Qué harías si no tuvieras miedo? Dejarías de alejarte de tus deseos, dejarías de vivir la vida de otros y empezarías a vivir la tuya propia.
A pesar de poder sentir miedo en algún momento, cada día puedes hacer elecciones propias basadas en la libertad de elegir en cada instante. El único truco para conseguirlo es que, a pesar del miedo que pueda darte ¡Actúa, no dejes que te paralice!
Si a ese miedo que cada tanto aparece le das más importancia de la que tiene, terminas por engordarlo y si buscas reprimirlo o negarlo, te hablará más fuerte para llamar tu atención.
Piensa en todo lo que harías si no tuvieras miedo, saborea esos pensamientos y entonces acepta que de momento, hay situaciones que todavía te dan miedo de experimentar y escucha cuál es la información que te está dando ese miedo que a veces sientes.
Qué harías si no tuvieras miedo
Una vez que identificas qué te da miedo y en qué situaciones aparece puedes hacerte la siguiente pregunta: ¿De dónde vienen esas creencias? ¿Son tuyas realmente o forman parte de la historia familiar?
Los miedos siempre están unidos a una falta de amor. Falta de amor y confianza en ti, en creer que no serás capaz o que no tienes el suficiente coraje ni tienes talento para sacar adelante lo que deseas.
Esos miedos también pueden estar fundados en que percibes al mundo y a las personas como una amenaza. ¡Reflexiona sobre esto!
Por extraño que te parezca a veces no se está dispuesta/o a soltar los miedos porque detrás de ellos, se esconden unas motivaciones ocultas. A veces lo que se busca es evitar ciertas responsabilidades, culpar a otros o no querer asumir una realidad.
Vuelve a preguntarte qué harías si no tuvieras miedo y pregúntate también si ese miedo que aparece cada tanto te está avisando de un peligro real, si es la respuesta a algo que está sucediendo ahora o es por algo que ocurrió en el pasado.
La única forma de afrontar el miedo es desenmascarándolo y mirándolo de frente, sabiendo que no se trata de algo real sino de un reflejo que cada tanto, eres tú quien lo activa.
En cuanto descubres el origen de tus miedos te darás cuenta que en la mayoría de los casos ha sido exagerado. Que su origen pudo estar en algo del pasado pero tú ahora quieres un presente y un futuro mejor.
Sabes que hay otras personas que se sienten atadas por sus miedos pero este miedo que has descubierto es tuyo y como es tuyo, puedes decirle que ya no lo necesitas más.
Deja un comentario