El día que dejé de decir “No tengo tiempo”, muchas cosas cambiaron y todas, para mejor. Que los niños son unos grandes maestros: no lo pongo en duda. Que los niños llegan con una consciencia más expandida y despierta: es una evidencia.
Que porque sean pequeñitos, no pueden ser sabios: mentira. ¿Para qué está el camino si no es para disfrutar de su recorrido? Al fin y al cabo, como decía John Lennon “La vida es eso que te está pasando mientras tu te empeñas en hacer otros planes”.
Esta es la experiencia de Rachel Macy Stafford en la que, gracias a la lucidez de su pequeña hija, encontró la inspiración necesaria para hacer cambios en su vida. Así lo cuenta:
Cuando estás viviendo una vida acelerada, cada minuto cuenta. Sientes que deberías tachar algo de la lista de cosas pendientes o salir corriendo hacia el siguiente destino. Y no importa en cuántas partes dividas tu tiempo, no importa cuántas tareas trates de hacer a la vez, nunca hay suficiente tiempo para hacerlo todo y ponerse al día.
Y cuando se cruzó de brazos y dejó escapar un suspiro exasperado, me vi a mí misma, la visión fue desgarradora.
¡Si tenemos tiempo!
Para ayudarnos a las dos, empecé a darle un poco más de tiempo para prepararse si teníamos que ir a alguna parte.
Y a veces, incluso así, todavía llegábamos tarde. En esos momentos me tranquilizaba pensar que solo llegaría tarde a los sitios unos pocos años, mientras ella fuese pequeña.
Mi hija pequeña es el vivo recuerdo de por qué tengo que seguir intentándolo. De hecho, el otro día, me lo volvió a recordar.
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