
Hace poco descubrí una nueva dimensión donde pude ver el juego de la vida, un juego que también lo he encontrado en el mal llamado mundo espiritual que en ocasiones, puede llegar a ser tan desconcertante como el terrenal.
Cuando empecé mi recorrido por el mundo espiritual era la primera que hacía separaciones, ponía etiquetas y solía decía: “Soy espiritual y vosotros no” y además, lo decía bien alto, a los cuatro vientos para que todos me escucharan. ¡Sin comentarios!
Afortunadamente conseguí bajar del cielo o conseguí subir a la tierra gracias a una lección de humildad y una amorosa sabiduría que vislumbré con la ayuda de unas cuantas personas que me quitaron la venda de los ojos que me había puesto yo sola.
Posiblemente en estos momentos, lleve otra puesta porque parece que nos encanta aprender a base de repetición pero bueno, ya vendrá “alguien” a quitármela si es que sigo sin darme cuenta de haber tropezado otra vez con la misma piedra, Dios no lo quiera.
Lo que es arriba es abajo, lo que es dentro es fuera y lo que es en el mundillo espiritual lo es en el terrenal, así de sencillo.
Psicólogos, maestros, gurús, iluminados, coachs, terapeutas, sanadores, algunos verdaderos y muchos impostores.
Te ofrecen infusiones de sabor extraño, colgantes milagrosos, inciensos que limpian, piedras de colores, estampitas, rituales dudosos, símbolos extraños o música soporífera.
Un auténtico mercadillo espiritual donde te ofrecen de todo un poco, a precios desorbitados pero si te quejas, pueden ofrecerte un dos por uno a cambio.
Eso sí, pagues lo que pagues casi siempre te acaba costando muy caro y con intereses, porque no hay nada que cueste tan caro como entregar tu poder y tu energía a otras personas cuando el milagro de esta vida eres tú y parece que sigues sin querer saberlo.
Puedes llegar a escuchar las prácticas más raras y divertidas a la vez: “A mí esa pastilla blanca y redondita me salvó la vida. A mí la pastilla azul. Pues a mí la roja”.
“A mí rezar en una lengua muerta cada noche antes de dormir. Para mí la solución a mis problemas fue dar tres vueltas en círculos, tres veces al día durante 21 días seguidos. ¡Mano de santo!”
“Yo encontré la salvación escribiendo en un papel todas mis preocupaciones, que son muchas por cierto, luego quemarlo y buscar un acantilado para poder tirarlos al mar. Pues yo si corro descalza por un pasillo lleno de cristales se me quita el dolor de cabeza en un minuto”.
¿Te has dado cuenta que en este mercadillo espiritual nunca te devuelven el dinero si no quedas satisfecho?
Pero muchos se preguntan qué es lo que hace que a algunas personas les funcione y a otras no? La creencia. Esa es la llave que abre todas las puertas. Si lo crees, lo creas. No hay más misterio. Recuerda que el milagro eres tú y si tú eres el milagro, puedes hacer todos los milagros que desees.
Cada persona se identifica o tiene afinidad con algo o con alguien y es así como enfoca toda su energía, su fe, su esperanza y su ilusión en una persona, en una técnica, en un ritual, en una oración o en una imagen. Esa es la energía que consigue sanarla y despertarla, no es ni un objeto ni otra persona. ¡Tú eres el milagro por lo tanto, los milagros los haces tú!
Entonces ¿qué tal si empiezas a creer en ti, en poner toda tu energía en aquello que quieres ser? ¿Te da miedo? Más miedo tiene que darte dejar tus decisiones en manos de otras personas.
El milagro eres tú
Ya es hora de que empieces a escucharte, a mimarte, a hablarte con cariño y a dejar de ir de aquí para allá sin sentido. ¿Quieres una vida con sentido? Empieza a ver el milagro que eres, lo grande que eres y que no necesitas dejarte marear por ninguna moda espirituale. ¿Cómo hacerlo? Aquí tienes algunas ideas:
- Puedes encender algunas velas pero ¿qué tal si enciendes la luz que hay en ti?
- Deja de suplicarle a una imagen y empieza a escucharte.
- En lugar de tomarte una pastilla, tómate tu tiempo.
- No busques más a tu media naranja, tú ya eres completa.
- En vez de buscar reconocimiento, reconoce que todavía hay cosas que necesitas aprender y descubrir.
- Deja de luchar y empieza a disfrutar.
- Repite cada día: “El milagro soy yo, tú y ellos” ¡Todos estamos unidos!
- No busques más maestros y empieza a creer en el maestro que ya eres.
Tendrás días mejores, días confusos y días maravillosos, la vida no es plana, está llena de subidas y bajadas por eso si estás pasando por unos días bajos recuerda que cuando estés arriba, tendrás unas vistas espléndidas y una vez allí, que no se te olvide que el milagro eres tú y todas las personas. ¡Cree en ti!
Estos testimonios desde lo profundo del ser, me conmueven y llenan de esperanza… y paz. Abrazos