Elegí vivir la vida, mi vida, tal como la siento y de esto, ya hace tiempo. Elegí vivir y elegí la ilusión que me despierta cada día y saber que el horizonte me espera y no está tan lejos como creía.
Elegí vivir la vida, mi vida y saborear cada nuevo proyecto que me entusiasme porque no quería esa vida vacía de quien no busca descubrirse o de quien solo ve pasar los días.
Elegí vivir la vida porque ya no quería vivir más en la tristeza y un día elegí traer paz a mi vida, invitar a vivir conmigo a la alegría y a la esperanza, a la luz y también al llanto que desahoga y que libera y no a ese que busca dar pena.
No más quejas, no más lamentos ni excusas.
Elegí vivir la vida porque estaba muy cansada de no vivir y así fue como elegí descansar en un abrazo, en una mirada, en una sonrisa y recorrer mi camino sin tantas prisas ni tantas pausas.
Elegí vivir la vida, mi vida, avanzando a mi ritmo sin saber muy bien a dónde llegaré pero siempre, disfrutado del paisaje.
Elegí vivir la vida y mirar de frente, a los ojos, mirar hacia adentro, levantar la cabeza, caminar erguida y saludar a mis fantasmas porque, no por darles la espalda, ellos iban a desaparecer.
Y ocurrieron mil cosas cuando elegí vivir la vida, situaciones que llegaron de pronto y me transformaron y cambiaron la forma de ver esta vida.
Caminos por los que al principio no sabía cómo caminar por ellos, personas que llegaron y otras que se fueron, pero desde entonces, elegí cómo vivir cada situación. Elegí sonrisas para decorarlas, esperanza para sostenerme y confianza para disfrutar de todo este proceso.
Y un buen día elegí vivir la vida riéndome hasta quedarme casi sin aliento, sintiendo bailar mil mariposas en mi estómago porque tengo la certeza de que, pase lo que pase, así está bien.
Vivir la vida multiplicando esos momentos mágicos que te dejan sin respiración, sabiendo que no puedo hacer otra cosa más que vivir mi vida y elegir cómo quiero vivirla y que eso, depende siempre de mí.
Saber que las subidas no son fáciles y pueden dar vértigo pero una vez que llegas arriba, las vistas son maravillosas.
Elegí vivir la vida, mi vida, poniendo una mira cómplice, divertida y tierna en todo lo que estoy viviendo, esa que me ayuda a simplificar y relativizar muchas situaciones y que actúa como un sostén amoroso cada vez que se presenta una nueva prueba.
Cuándo elegí vivir la vida
Cuando me pregunté: ¿En qué momento perdí la alegría? ¿Cuándo dejé de sentirme a gusto conmigo? Y las respuestas llegaron. Y no fue fácil, hubo todo un proceso que echó por tierra cosas que creí que eran ciertas, verdades a las que le dí la espalda por pensar que eran mentira y así, poco a poco fue aflorando un sentimiento de paz y de sosiego.
No tengo una fórmula mágica para darte, te cuento cómo lo hice yo y lo que a mí me funcionó pero estoy convencida de que, quien se hace algunas preguntas, siempre termina encontrando la mejor respuesta para cada situación. Cuando elegí vivir la vida, mi vida y dejar de vivir la vida de otras personas ¡Todo empezó a cambiar! Ahora depende de ti qué vida quieres vivir, ¿La tuya o la de otros?
Eres pura motivación y alegría, leerte es un placer yal menos a mi, consigues darme una buena dosis defelicidad cada vez que te leo. Muchas, muchas gracias.
Muchas, muchas gracias a ti Patricia por tus palabras. Si al menos una persona se siente feliz al leer los artículos, me doy por satisfecha. Abrazos y que continúe la alegría.
Maravillosa, eres pura alegría y coherencia. Leerte me da buen rollo. Gracias por tus consejos y por contagiar tantas cosas bonitas. Que nunca pierdas esa alegría tan contagiosa.
¡Madre mía Irene, gracias! Me he puesto colorada y todo. Si con esto consigo alegraros el día, que sonriáis más y que tengáis más herramientas para vuestra vida, para mi es muy gratificante. Te mando un super abrazo bonita.