Se suele creer que la meditación es estática o asociar la práctica de meditar con quedarse sentado, inmóvil y sin siquiera parpadear.
Es un error querer buscar en la meditación una experiencia extraordinaria, el bienestar absoluto, la sabiduría o la total felicidad.
Todo eso puede ocurrir, antes o después podrás experimentar esos estados pero durarán un instante, lo mismo sucedería probablemente sin necesidad de tener que meditar.
Los meditadores expertos dicen que la búsqueda termina cuando comprendes que no hay nada que buscar, pero que la meditación es una herramienta en tu proceso de conocimiento y de crecimiento personal.
La práctica de la meditación te ayuda a que las emociones se armonicen con los pensamientos y con las palabras y también propicia el reconocimiento de las señales que te envía el cuerpo ya que afina tus sentidos más sutiles.
Las investigaciones desarrolladas en los últimos 30 años han mostrado que la salud se relaciona con la integración armoniosa de cuerpo y mente y cuando experimentas esa armonía interior, te sientes física, emocional y espiritualmente más equilibrado.
Emociones, pensamientos y actos van juntos, son más coherentes y serenos con la práctica continuada de la meditación. Meditar te ayuda a salir del continuo parloteo mental, suaviza las emociones más descontroladas y consigue que encuentres tu equilibrio para que tus actos no sean reactivos.
Meditación a través de los sentidos
La práctica de la meditación se realiza a través del cultivo prolongado de los sentidos. Generalmente eres consciente sólo de una pequeña parte de la realidad, porque la filtras a través de tus patrones familiares, culturales o sociales.
El trabajo con tus sentidos te permite vivir con más profundidad y plenitud en el aquí y ahora. Te ayuda a desarrollar tus sentidos sutiles, a que te abras a otra forma de percibir lo que piensas, sientes y observas.
Meditar es mucho más que quedarte sentado. Si no tienes afinidad con la meditación estática, prueba a integrar la meditación a través de los diferentes sentidos.
Ver
Sueles ver a través del filtro de tus pensamientos y emociones. Es así como un determinado paisaje te puede resultar agradable o desagradable. Inconscientemente tus ojos buscan unos objetos que te atraen y están en relación con tu personalidad y sin embargo, hay otros que no quiere ver, ni te has dado cuenta que están ahí.
La práctica de la meditación a través de la vista, se centra en ver todo lo que hay, sea lo que sea, sin juzgar. Es así como se crea una fusión empática entre el observador y lo observado. No se juzga, no se etiqueta, solo se observa.
Oír
El oído es quizá el primero de los sentidos en ponerse en marcha para relacionarte con el mundo exterior. En la meditación escuchas sin más, sin buscar explicarte qué tipo de sonido escuchas, a qué o a quién pertenece o querer comprender el origen de cada uno de los sonidos que estás escuchando. Simplemente se producen, los escuchas y observas cómo se desvanecen.
Tocar
Tu piel es el límite, la frontera entre tu interior y el exterior. En la práctica de la atención plena, la observación de las sensaciones que proceden de la piel refuerza la conexión de la mente con tu cuerpo y con el mundo exterior. Te ayuda a reconocerte aún más.
Solo observa si sientes frío, calor, escalofríos, sensaciones agradables o en qué lugar de tu cuerpo las sientes. Puedes darte un masaje en alguna zona de tu cuerpo y descubrir si te incomoda o te resulta agradable.
Oler
Los olores casi siempre nos conectan a experiencias pasadas, las reviven y traen al presente y por lo general, los asocias a una emoción agradable o desagradable, a una experiencia placentera o conflictiva. Si esto te ocurre mientras meditas, es un buen momento para dejar partir aquellos recuerdos que siguen atrapados y te impiden avanzar.
Degustar
La ansiedad, las prisas, las distracciones, las penas o la rabia pueden llevarte a comer determinados alimentos sin siquiera apreciar sus diferentes sabores.
Comer es una excelente oportunidad para practicar la meditación. ¿Puedes distinguir con los ojos cerrados cada uno de los ingredientes de tu comida? ¿Consigues distinguir cuántas especias diferentes hay en tu plato? ¿Cuántas texturas? ¡Tómate tu tiempo y disfruta! Estarás alimentando a tu alma y a tu cuerpo.
Ya ves que la meditación no solo consiste en quedarse sentado. Cada acto cotidiano puede convertirse en una gran meditación que te volverá más ligero, más despierto, más armónico y coherente contigo. Semillas Solares
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