La mujer que todos llevamos dentro es un viaje hacia ti misma si eres mujer y si eres hombre, te invita a conocerte más.
Zulma Reyo cree que, más allá de toda máscara social, existe una feminidad auténtica, genuina y que es hora de rescatar su verdadera esencia.
¿Qué es la mujer interior?
La encarnación de los principios de la feminidad. Las mujeres la llevamos dentro, pero solemos amordazarla.
Porque hemos creído que debíamos emular los valores de la masculinidad: la rudeza, la jerarquía, la competitividad… Así es esta mujer exterior actual.
La mujer interior es cooperativa, solidaria. ¡Deberíamos aprender a desplegarla!
Ser enemiga de la mujer. El peor enemigo de una mujer es otra mujer.
La mujer todavía ve como rivales a las demás mujeres, pueden ser celosas, competitivas, se zancadillean. ¡Valores copiados del hombre! Y esto tiene que cambiar, va a cambiar, ¡lo noto!
Se abrirá paso la mujer interior, la esencia femenina pura, su modo de percibir el mundo.
Somos receptáculos, cáliz, copa, somos un vacío: absorbemos el entorno, recibimos, abrazamos los opuestos, lo procesamos y captamos todo. ¡Las mujeres somos curanderas!
El modo femenino de percibir el mundo es redondo. “Complicado”, dirá el hombre…
¡Somos diferentes! Este mundo en que vivimos es sobre todo obra de lo masculino, creación masculina. Le falta feminidad, sensibilidad.
En hacer un mecano, en construir el puzzle del mundo. En medirlo todo cuantitativamente, materialmente…
La mujer no ha aceptado su vacío como un modo de ser, lo siente como carencia, e intenta llenarlo con cosas, con entregas, regalos: “¡Dime que me quieres!”, reclama ella.
Sí. Una mujer sola, todavía se siente fracasada o desgraciada. “No soy nada”, cree. ¡Basta! Y de esta forma, nunca, nunca se sentirán lo bastante queridas…
Porque es imposible: nunca un hombre será capaz de satisfacer esa necesidad.
La mujer interior, en cambio, se sabe madre de toda la creación, mira a todos como hijos… y no necesita más.
Que aprenda a vivirla con conciencia, no como medio de conseguir cosas, llenar vacíos, encubrir razones ocultas, ¡o se hará daño! Ahora culmina un ciclo histórico masculino y se abre otro más femenino. Las mujeres deben entender su esencia como apertura, ¡incluir al hombre! Ella genera el espacio. Y el hombre debe honrarlo. Pero ahí el hombre debe estar atento a algo…
La mujer y el hombre juntos
A honrar a la mujer ¡sin reblandecerse por ello! A la mujer, a la esencia femenina, le atrae el hombre resuelto. ¡No nos gusta el hombre blandengue! No más guerra de sexos: ¡Respeto a las polaridades! Que ella acoja, que él haga, y que ninguno aplaste al otro.
Al hombre le cuesta concebir el espacio de la mujer. Y las mujeres no debe querer ser una máquina masculina. Total: que las mujeres dejen de manipular, que el hombre deje de explotar. Víctor M. Amela.
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