No sigas a ningún gurú, síguete a ti mismo. No tienes que ser una copia ni de Jesús, ni de Lao Tsé, ni de Buda ni de Pitágoras.
Para hallar tu libertad interior y tu independencia emocional y mental, tienes que dejar de imitar a los otros, aunque sean los más grandes maestros espirituales.
Ser tú mismo y de ahí sacar lo mejor de ti, humanizarte y seguir por el camino de tu propia realización.
Pero a veces la inmadurez emocional o el apego puede hacer que te vuelvas adicta a seguir a algún gurú y entonces dejas de ser tú misma/o para convertirte en un pálido reflejo del otro.
El culto al gurú, tan propiciado antiguamente en la India y rayando a veces en lo supersticioso e incluso paranoide, se ha trasladado a ciertos ámbitos de la cultura occidental, siendo acogido por aquellos que siguen necesitando “padres o madres” que les digan cómo organizar sus vidas o qué deben o no deben hacer y es que, una gran mayoría de los gurús de masas, están sumergidos en la codicia y el narcisismo.
No sigas a ningún Gurú
He llegado a decir en algún medio: “Si quieres insultarme, llámame gurú”. Como decía una y otra vez Babaji Sibananda en Benarés, el verdadero maestro no necesita fundar organizaciones ni ashrams y no pierde su tiempo haciendo proselitismo, pues es como la flor que no necesita perseguir a la abeja, sino que la abeja viene a ella.
El auténtico maestro es el que te entrega las enseñanzas para que cada uno encuentre su maestro interior, y evita en todo momento que le rindan pleitesía o generar dependencias emocionales. La proliferación de falsos gurús desde hace décadas es impresionante, y representan un atentado contra la verdadera espiritualidad.
“Los discípulos ciegos alimentan al adversario, que es un pseudo gurú. Han nacido libres y se vuelven esclavos. No hay caminos fáciles, no los hay, y solo los falsos gurús dicen lo contrario”.
Ojalá llegue el día en que el buscador espiritual sepa que el gran maestro es la Enseñanza por sí misma y que ningún ser humano, debería rendir obediencia ciega a otro, por mucho que se presente como un gurú realizado o un gran avatar.
Siempre es mejor la propia cárcel que entrar en una cárcel ajena. Por carencias emocionales, muchos se aferran a la imagen del gurú, pero así, no se consigue sanar y el remedio, termina siendo peor que la enfermedad. Ramiro Calle.
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