Cada día tomamos decisiones. A cada momento. A veces somos más conscientes de ello, otras ni nos damos cuenta; unas son más banales, otras más trascendentales. Pero siempre estamos tomando decisiones.
Y es que la vida nos lleva continuamente a elegir. Pero no por habitual, esta práctica es placentera. Todo lo contrario.
Hay personas que tienen miedo a tomar decisiones, sienten pánico ante la idea de tener que escoger. Y eso las puede llegar a incapacitar en su día a día, porque como asegura el psicólogo Giorgio Nardone, un día u otro nos tocará decidir.
Delegar la responsabilidad de tomar decisiones en otros, es una de las tácticas que utilizan algunas personas ante el pánico que experimentan frente a una elección. “Pero sólo eres libre cuando eres responsable de tus decisiones”. “Es un gesto de libertad diaria, pero la mayoría quiere menos responsabilidad, cuando en realidad, a mayor responsabilidad, mayor libertad”.
Ante la toma de decisiones, hay cinco miedos que pueden entrar en escena: el miedo a equivocarnos, a no estar a la altura, a exponerse al juicio de los demás, a perder el control y a la impopularidad.
El primero es el más recurrente, quizás el más universal, y es que “queremos evitar el error”, dice este psicólogo. Mientras que tras el segundo puede esconderse una baja autoestima, o lo que vendría a ser lo mismo: la idea de no ser capaz “de tomar la mejor de las decisiones”.
El miedo a exponerse al juicio de los demás, como el de equivocarse, quizás sea uno de los más extendidos, aunque seguramente constituya uno de los más paradójicos. Y lo es por el simple hecho de que, lo que piensen los demás de una persona, trasciende al control de ésta.
Es una utopía querer controlar los juicios de los otros, como lo es querer tener la certeza de que seremos capaces de controlar una nueva situación. Ya lo decía Buda: “La búsqueda de certidumbre conduce a la incertidumbre”. “No hay que caer en la trampa del exceso de rigor”, porque “conduce a la asfixia de la capacidad”. “Tenemos que acostumbrarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza, porque eso nos llevaría hacia la inseguridad y al bloqueo”.
Con respecto al miedo a la impopularidad: “Saberse amado es una necesidad primordial, pero la necesidad de sentirse amado por todos es algo disfuncional”. Al final todo se reduce a lo que hace ya más de 1.500 años decía el filósofo Epicteto: “No son los hechos en sí los que perturban a los hombres, sino los juicios que los hombres formulan sobre los hechos”. “La realidad es el fruto del lenguaje que utilizamos para describirla”.
Preguntas incorrectas
Hay que tener en cuenta también que a veces, la respuesta a un dilema se convierte en una quimera porque la pregunta está mal planteada y, en consecuencia, no tiene solución “O concretamos las preguntas o lo único que hacemos es crear contextos imposibles”. Para este psicólogo también es necesario acabar con la idea falaz de que las decisiones son irrevocables, porque es un planteamiento absurdo. Muchas veces se puede deshacer lo hecho.
Tomar decisiones cada día
La idea de que lo más importante a la hora de tomar decisiones es la gestión del miedo. “Sólo quien ha tenido miedo puede ser valiente; lo demás es únicamente inconsciencia”.
Y es que para él es evidente que todos tenemos miedo, pero la diferencia entre el valiente y el miedoso es que “el primero lo acepta y lo gestiona, mientras que el segundo no lo acepta y lo sufre”. En consecuencia, es evidente que el camino a seguir no es evitar el miedo, ya que “cuanto más se evita, más se alimenta”.
Este psicólogo asegura que la única vía para superar el miedo es evocándolo. Vendría a ser como lo que defendía en su día William Shakespeare, quien postuló que “el loco es aquel que intenta expulsar su propia sombra y se pierde en ella”. Nardone habla de practicar la voluntad, que consiste en dedicar cinco minutos al día a evocar pensamientos amables para que la mente acabe incorporándolos con el tiempo.
Así pues, todo se reduce a tener la capacidad de enfrentarnos a nuestros miedos a la hora de tomar decisiones, algo relativamente fácil de teorizar pero difícil de llevar a la práctica. Pero lo cortés no quita lo valiente, y “Aplazar las decisiones, nos hace perder la capacidad de decidir”. Josep Fita.
Todos somos capaces de decidir, aunque a unos parece que nos cuesta por miedo. Eso es cierto, pero no lo es menos que en algún momento tomamos la decisión de tener miedo. Si fuimos capaces de decidir entonces también lo somos ahora.
Hola Joaquín. Es verdad que todos tenemos la capacidad de tomar decisiones aunque a veces no lo hagamos y también es posible decidir que no se quiere cambiar. Ahí está la libertad, que cada uno decida en cada momento qué es lo quiere hacer. Abrazos.