¿Un mundo grande y alterado o mundo más pequeño y tranquilo? Tal como van las cosas, pronosticar que vamos hacia un mundo más pequeño, parece una utopía pero, quizá no lo sea tanto.
Quizás el descalabro del sistema, esté anunciando a gritos que es urgente recuperar una vida más sencilla, tranquila y sostenible. Parece que no soy la única romántica que piensa de esta forma.
Hay muchas más personas, entre ellas un analista económico al que despidieron de su alto puesto en un banco por anunciar que la globalización, estaba llegando a su fin y que estamos a punto de retomar una cultura y vida social, basada en productos locales y que esto, no es una tendencia o moda, es cordura.
“Cuando el barril de petróleo vuelva a costar tres dígitos, demostrará que la globalización ha sido un sueño o una pesadilla, pero que, es económicamente insostenible y ecológicamente inviable.
El mundo que viene
Jeff Rubin prevé el retorno de las fábricas que hoy están en Asia, es decir, volveremos nuevamente a la cultura local y artesana. Esto terminará con excentricidades como: “¿Qué es lo más refrescante que se puede hacer en Dubai en una tarde de sol abrasador? Esquiar.
Afuera, muy probablemente se pueda cocer un huevo frito sobre el capó de un coche, pero todos los días se dispone de una sorprendente pista de nieve para esquiar. Es fácil echar cuentas: para mantener este estilo de vida sería necesario un barril de petróleo por persona y día”.
La buena noticia es que el descalabro de nuestro sistema económico va a conducirnos a un mundo “más pequeño” y a una nueva psicología. Esto no significa regresar a una cultura conservadora ni renunciar a los beneficios de la era Internet. Es interesante analizar desde el punto de vista psicológico qué nos ha llevado hasta la actual forma de vida.
¿Cómo y por qué hemos pasado de consumir lo que necesitábamos a una cultura de hiperconsumo compulsivo? Es una larga historia que nos remite a los inicios de la revolución industrial, cuando millones de personas dejaron la vida en el campo para entregarse a talleres y fábricas donde realizaban tareas tan agotadoras como repetitivas.
Con el paso de las décadas, los trabajadores fueron ganando derechos, una mejor remuneración y tiempo libre, pero eso no evitó el principal de los males: a la mayoría no le gustaba el trabajo que realizaba.
Cuando alguien consume la mayor parte de su vida –contando los desplazamientos de ida y vuelta al trabajo– haciendo algo que no le gusta, la mente reclama una compensación. ¿Es posible reformar nuestros valores dentro de este mismo sistema?
Sin embargo, hay una esperanza para nuestra especie, si somos capaces de tomar otro rumbo. Actualmente, la especie humana debe elegir entre dos posibilidades: o la población toma el control de su destino, guiada por los valores de la solidaridad, la empatía y la sostenibilidad o bien perdemos el control de nuestro destino.
Hasta ahora, la degradación del medioambiente era un barómetro de la falta de madurez psicológica que caracteriza a nuestra especie.
¿Y ahora qué? podemos preguntarnos. Si se cumple el pronóstico del economista canadiense y regresamos a un mundo más pequeño y tranquilo, la humanidad estará a tiempo de afrontar su asignatura pendiente: humanizarse.
Un mundo más tranquilo
El autor de “Por qué el mundo está a punto de hacerse mucho más pequeño” nos pinta un futuro cercano: “Pronto nuestros alimentos procederán de un campo muy próximo a nuestra residencia, y las cosas que compremos probablemente vengan de una fábrica de los alrededores, y no de alguna parte lejana del mundo.
Casi seguro que iremos menos en coche, usaremos más la bicicleta y andaremos más, y esto quiere decir que compraremos y trabajaremos más cerca de casa. Nuestros vecinos y nuestro barrio adquirirán entonces una mayor importancia”.
“Ha de haber algo más en la vida que tenerlo todo”
Muchos pueden pensar que la predicción de Jeff Rubin es poco más que un cuento de hadas. Pero debemos reconocer que nunca como ahora, la humanidad ha tenido la oportunidad de rectificar el rumbo y reinventarse.
Vamos a ser originales, “volver a los orígenes” y preparar el escenario. Cuando acabemos de darnos cuenta de que, por ese camino, no llegamos a ninguna parte, entonces surgirá la alternativa de otro mundo.
Tal vez no volvamos a vivir en aldeas ni podamos desplazarnos al trabajo en bicicleta, pero habremos recuperado la mesura de las cosas. Y lo más importante, nos habremos dado cuenta de que, como decía el escritor Maurice Sendak, “ha de haber algo más en la vida que tenerlo todo”. Fragmentos de Francesc Miralles.
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