Cuando la enfermedad viene a sanarte. Si vives con resentimiento, la felicidad se diluye. Cuando estás bien contigo, vibras alto y no hay nada que perdonar porque, hay aceptación y comprendes para qué has enfermado.
Admiro la facilidad con la que empieza a explicarme su historia de superación Sita Grau, tras recuperarse de una enfermedad grave, y que lejos de sumergirla en la tristeza, le ayudó a renacer para convertirse en la persona que es ahora mismo.
El mensaje es explicar que nada pasa por casualidad. Que por muchos diagnósticos que a veces nos ponga la vida, no tan sólo de enfermedad, hay esperanza y nosotros podemos cambiarlos siempre que queramos.
¿Y es posible que la esperanza se instale dentro de una persona negativa?
Sí, es posible y lo he visto. Por muy cerrado que estés, siempre hay algo que te hace hacer ¡clic! Un libro, una persona, visión, vivencia… Entonces es cuando dices, ¡ostras! Siempre hay un momento en tu vida que algo te hace reflexionar.
Puedes pensar: “Esta chica me está hablando de esperanza, pero yo tengo demasiados problemas”. Pero si ves que a ella le ha funcionado quizás te puedas preguntar: “¿y porque a mí no puede funcionarme también?”.
Pero cuando te diagnosticaron la enfermedad, no te dieron muchas esperanzas
Todo fue muy rápido porque yo fui de urgencias por un resfriado y entonces me dijeron que tenía un tumor en un pulmón, que no se podía operar y que me moriría.
¿Y no tuviste miedo?
No. Claro que al principio te cuesta reaccionar porque yo pensaba que tan sólo tenía un resfriado, pero en ningún momento me empecé a angustiar. Tuve la suerte de sentirme muy arropada por los familiares y amigos. Desde el primer momento de diagnóstico, el amor estaba allí. El amor es el que sana, es la fuerza y la energía más potente que hay.
¿Y no sentiste frustración o victimismo?
No. Victimismo nada. Estuve un poco a la expectativa por los pasos que tenía que seguir, como lo tenía que hacer. Pero ni angustia, ni victimismo. Ni siquiera pensaba: “me moriré, que mal, porque me ha tocado a mí?…”. Con el tiempo me he dado cuenta que sentía como si estuviera esperando a la enfermedad, como si pensara: “Bueno, ya está aquí; ya ha venido”.
¿Y porque crees que la esperabas?
Porque pienso que siempre he dado gracias por esta enfermedad, porque ha sido un antes y un después en mi vida. Creo que para hacer una serie de cambios, tenía que pasar por aquí. A veces, desgraciadamente tenemos que pasar por situaciones límites o extremas para realizar cambios en la vida.
Sabes que quieres ir por aquí, pero socialmente, por inercia o porque estás rodeado de una serie de patrones, no lo haces. Y entonces necesitas un toque fuerte y, entonces ves que esto es serio, que esto va de verdad. O eliges ser tú y lo que quieres en la vida, o te vas.
Tú tomaste la decisión de vivir. ¿Qué apareció primero, el instinto de aferrarte a la vida o la aceptación?
Yo creo que la aceptación. Primero acepté lo que me venía, lo que me podía pasar y pensé: “como me ha tocado vivir esto, voy a sacarle toda la parte positiva, ¡yo quiero vivir! Quiero hacer todo lo posible por vivir. No sé cuál será el final, pero quiero que sea una experiencia enriquecedora”. En aquel momento es cuando me aferré a la vida.
Y este “Yo quiero vivir” es un mensaje que nace del corazón, de la fe, del alma, de la intuición…
Yo creo que fue más la intuición, esa cosa interna que yo sentía. Fue como si mi corazón se abriera en aquel momento ya a la vida, como si hubiera estado siempre cerrado y en aquel preciso momento se abriera. ¡Yo quiero esto!, ¡yo quiero vivir! Yo quiero sentir esta conexión con la fe, con el amor, con las personas, conmigo misma… ¡Yo no quiero perder todo esto!
Fue un momento de discernimiento, ¿de reconocimiento de tu ser?
Sí! De repente, como en una película. Humildemente pienso que fue una conexión leal con mi alma. Ya no se trataba de vivir o no vivir. Aquí había algo más. Una serie de motivos, de energías… muchas cosas desconocidas que quizás estaba recordando claramente y que estaban muy tapaditas. Y cuando se abren dices: “Uuuooo…”
Y a partir de entonces, empiezas a vivir…
Cada día como si fuera el único. Es un tópico, pero es así.
Y empiezas un proceso de autoconocimiento, ¿qué es para ti conocerse?
Vivir desde la conciencia, siendo consciente de cada cosa que haces. Cuando te despiertas o vas al baño y dices gracias… Gracias porque me estoy lavando los dientes y ahora siento el gusto de la pasta ¡y antes no lo sentía! Tener conciencia de todo, de cada momento, de cada palabra que te dicen y que dices. De sus consecuencias, de lo que te traen y lo que te aportan… Vivir así es como un fluir constante.
¡Es un estado de presente constante!
Sí. Y esto te hace olvidar las expectativas, hace que no tengas miedo. Cómo estás tan bien en el presente, el miedo no tiene sentido. Estás dando gracias por todo, por hablar, por beber, por la comida, por andar… por todas las cosas que hacemos mecánicamente y que no somos conscientes. Esto es estar presente.
¿Y se necesita destapar este otra parte del Ser: “quién soy” y “cómo he vivido hasta ahora?”
Sí, realmente el autoconocimiento es sacar todas estas capas que nos vamos poniendo, como si fuéramos una cebolla. Nos ponemos capas de protección desde muy pequeños, cuando nos van inculcando cosas que no son nuestras y vamos recibiendo de los otros. A mí personalmente, en aquel momento de decisión desaparecieron. Fue como si se disolvieran. Y entonces fue cuando conecté conmigo.
Te diste cuenta de que no tenían importancia.
Sí, ya no te dirigen. Ya eres tú. Estás contigo misma y eres tú quien lleva el timón de tu vida. Como además no tienes expectativas, ni presión, ni juicios, ni nada, te sientes libre. La personalidad se va disolviendo y las capas dejan de tener importancia.
¿Y para liberarnos de todas estas capas, es necesario que pasemos por una enfermedad grave?
No creo que tengas que vivir una situación límite. Personalmente me ayudó a saber qué era lo que quería hacer en la vida y cual era mi misión. Creo que si todo el mundo supiera que tiene una misión, una cosa por hacer aquí, encaminarían la vida tras ello y todas estas capas del día a día, se llevarían de una manera muy diferente de cómo lo hacemos ahora.
Pero la gente tendría que romper con muchas cosas
Sí, está claro. Yo lo tuve que hacer. Era administrativa en una petroquímica y rompí con esto, por ejemplo. Dije: “no, mi vida no es esta” y empecé de nuevo.
Fuiste muy valiente
Bueno, sentí que era mi camino. Pero cuando lo sientes así es más fácil. Y si confías, aún es más fácil.
Evidentemente siempre sin hacer daño a nadie
Sí, pero escuchando a tu intuición. La intuición es tu Yo. La manera inconsciente de hablarte. De quién eres tú. “¿Tengo que ir a esta cena, a esta reunión…? ¿Qué me dice la intuición? Mmmm… No se me pone bien”. Entonces voy a hacerle caso a mi cuerpo, a mi pensamiento, a mi intuición. Y aquí es cuando tú empiezas a coger las riendas.
¿En qué momento conoces las terapias naturales?
Mientras hacía el tratamiento. Cuando me detectaron el tumor enseguida empecé a hacer el tratamiento. Fue entonces cuando un amigo me dijo que vendría una persona a hacerme reiki. Yo no sabía ni lo que era. Y entonces resultó que era un chamán, pero bueno. Me gustaba mucho todo lo que era natural, así que me era igual si me hacían reiki o chamanismo.
¿Y cómo te sentías?
En las sesiones me sentía como en casa, como si volviera a un lugar conocido. Estaba recordando.
El chamán venía mientras me trataban con la químio. Cuando me hice las pruebas para ver como iba todo, resultó que el tumor ¡se había reducido el 40% en un mes! ¡Los médicos no lo entendían!
¿Y seguiste con el reiki?
Sí, empecé apenas acabé el tratamiento. Iba con peluca, no tenía cabello y me aguantaba cómo podía, pero empecé a formarme.
¿Los médicos recomiendan reiki a los pacientes?
Sí, hay muchos hospitales donde se acepta y hay muchos voluntarios que ayudan, sobre todo en oncología, porque ven que los efectos secundarios de la químio se reducen y ayuda emocionalmente.
Alguna cosa está cambiando
Sí. Cuando yo le explicaba a mi médico y le decía que me iba bien, me decía: “Bueno, si te va bien, sigue”. Pero me lo decía sin emoción. Cuando vio todo mi proceso de sanación me dijo: “Oye, dame unas cuántas tarjetas tuyas”. ¡Fue el mejor regalo que me hizo!
La medicina convencional y la natural se pueden complementar
Sí, es la nueva medicina integrativa. Porque las dos medicinas pueden convivir, respetándose la una a la otra y sacando lo mejor de cada una.
Dices que es importante enfocarse en las cosas positivas. ¿Cómo encuentras cosas positivas en una enfermedad tan grave?
A veces es difícil entender que la enfermedad nos viene a curar. Y es difícil explicarlo. Porque piensas: “pobre de mí, yo no me lo he buscado”… ¿Cómo se puede entender que realmente se trata de una oportunidad para que algo de tu vida cambie? Porque quizás algo no funciona o no cuadra ni de pensamiento, ni de emoción, ni de físico, y entonces el cuerpo protesta. Se trata de entender un poco qué me está diciendo el cuerpo, qué tengo que arreglar para que yo pueda sanar. No se trata de curarse con una aspirina, sino de sanar.
Cuando la enfermedad viene a sanarte
Hacerse responsable
Sí, tomar la responsabilidad de pensar que si estoy así, y realmente quiero sanar, tengo que ir más allá y mirar más adentro, para saber qué está pasando.
También hablas de afirmaciones positivas
Un día me regalaron un libro de Louis Hay. Yo no sabía quién era. Empecé a aplicar lo que ella decía y empecé a sentirme bien. Todo iba en concordancia con lo que yo estaba viviendo. Me daba más fuerza para enfocarme en la salud y no en la enfermedad, sin darle importancia a lo que estaba viviendo. Ampliaba lo que yo quería ser y hacer, que era estar bien de salud. Me focalizaba en la salud.
¿Y el perdón?
Si vives con resentimiento, tu felicidad se diluye. Cuando eres feliz, estás bien y vibras alto, y estas cosas ya no están. No necesitas perdonar nada porque acabas aceptando que todo pasa para enseñarte algo.
La alimentación también es importante
Yo la cambié. Mientras me hacían la químio no podía comer nada por los efectos secundarios y lo único que me iba bien para el cuerpo, era la comida macrobiótica de una dietética que tenía junto a la casa de mis padres. A partir de entonces, toda mi alimentación es macrobiótica.
Es lo que te dice el corazón
Y es el mensaje que quiero dar. Cristina Jané.
Hola. Me encanto el informe, senti como si estubiesen contando mi experiencia personal. Yo pase por lo mismo y con las mismas etapas de conocimiento. La llegada del reiki y las palabras sanadoras de Loisa Hay. Tal cual…todo igual. Me senti muy identificada. Muchas gracias! Gracias por permitirme compartir esto con uds. Abrazo.
Gracias a ti Veronica por compartir tu experiencia. A veces, vernos reflejados en las historias de otras personas, ayuda a encontrar las respuestas que buscamos. Todo suma. Abrazos
Un abrazo guerrera. sita
Un abrazo grande para ti también.
Que buen informe, siento fuertemente todo lo q expusiste Cristina y te lo agradezco, muchas gracias.