Siempre hay algo que celebrar y quizá por eso, buscamos la felicidad y sin embargo, muchos la buscan en el lugar equivocado. En esta entrevista Lola Mayenco nos recuerda que, la felicidad es de quienes saben apreciar las maravillas de lo cotidiano.
Cada día hay infinidad de momentos dignos de celebrar, solo hay que estar abiertos y receptivos.
… Por aquel entonces me hice una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿qué puedo hacer para disfrutar más de la vida? Y la primera respuesta que me vino a la mente fue que debía hacer más cosas extraordinarias, de modo que lo dejé todo y me planté con mi marido en Buenos Aires.
Allí conseguimos un velero muy pequeño que preparamos a conciencia para poder vivir y viajar en él durante todo un año. Queríamos recorrer tranquilamente la costa brasileña, porque sabíamos que, si lo hacíamos, teníamos muchas posibilidades de vivir momentos fantásticos.
Efectivamente. En la bahía de Ilha Grande pesqué atunes gigantes… y deliciosos, vi bailar a los delfines en el archipiélago de Fernando de Noronha y en las islas de Abrolhos escuché por primera vez el canto de las ballenas.
Y en un punto aún más remoto, a dos días de navegación de Natal, visité el paraíso: el Atol das Rocas, el único atolón del Atlántico y un auténtico paraíso. Un islote completamente virgen en el que únicamente se puede desembarcar con un permiso especial, porque es reserva de la bioesfera, y en el que, desde hace años, sólo vive una bióloga tan celosa de su preservación que, cuando come atún, es de lata. Y lava los platos con arena para no contaminar con jabón ni una gota de agua.
Sí. Mientras navegábamos cerca de la desembocadura del Amazonas empecé a sentir unas punzadas de tristeza que me desconcertaron porque era una noche especialmente bella. El cielo estaba totalmente despejado y la luna, llena, iluminaba tanto el mar que parecía de día. Lo que estaba viviendo no podía ser más mágico, pero entonces, ¿qué me pasaba? ¿por qué me sentía tan triste?
Mirar nuestro día a día “con ojos maravillados” es fácil de decir, pero difícil de hacer. Todos sabemos que la rutina hace estragos y que muchas de nuestras acciones son automáticas. ¿Cómo consigues tú que no se te escape la belleza en lo cotidiano?¿Cómo qué, por ejemplo?
Pues detalles aparentemente insignificantes, como despertarme cada mañana con los cánticos de los pajaritos, prepararme una infusión en mi taza preferida, hornear un bizcocho en mi cocina, desayunar con mis amigas o charlar una hora por teléfono con mi tía.
Sí, las nuevas tecnologías, por supuesto. Tanto en casa como fuera de casa, tener la mirada clavada en las pantallas todo el rato hace que no podamos prestar atención a nada más y nos perdamos buena parte de las maravillas que nos rodean. Siempre hay algo que celebrar pero no lo vemos.
Algo que celebrar
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Cuando estaba investigando sobre los aspectos concretos de la vida que hacen más felices a las personas, me sorprendió descubrir que los cánticos de los pájaros están en los puestos más altos de las listas que hacen los científicos de todo el mundo.
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