El escritor que tiene un teléfono inteligente como fuente de inspiración, está sentado en el rincón de una biblioteca. “Leo el periódico en una tablet. Me la llevo al baño y ahí leo. Como las noticias son tan terroríficas, me cago de miedo, literalmente,” dice con una carcajada.
Gesticula con las manos cuando habla y confiesa que guarda en el bolsillo de su abrigo negro, un juego de cartas. “Las traigo siempre. Todos los miércoles leo el tarot gratis a 30 personas en un café que está al lado de mi casa. Trabajo desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche. Las cartas hablan, desde luego, pero no
tanto como él.
A cada pregunta responde con una afirmación y un cuento. “Los cuentos me salvaron de morir cuando era niño”.
poquito. Recayó e hice tres marchas más.
Porque son sinceros y cariñosos. Eran sagrados para los egipcios, por ejemplo. Porque pueden ver en la oscuridad. Eso, en términos sutiles, es ver en tu inconsciente. No te encuentras hasta que no atraviesas la oscuridad del
inconsciente, hasta llegar a tu luz central. Entonces, el gato, puede ser tu guía.
escribir, le puse un papel y escribí un poema. Inmediatamente un primo mío mayor se enamoró de mi obra y me llevó a un grupo de artistas jóvenes.
ser artista, a hacer muñecos, títeres, danza, circo, pintura… Todo: no había un arte que no practicara.
está a mi favor.’ Y mi padre me decía: ‘traidor.’ ¡Pero yo no podía elegir a nadie! Mi madre nunca me acarició. Nunca me dio un abrazo. Y mi padre me agredía constantemente.
pasar. Fueron diez años en los que sufrí día y noche. Luego fui aceptando todo y me cambió la vida, me cambió el arte, todo.
La multiplicidad del Ser
pero te sientes culpable y por eso lloras.’ Con eso le abrí algo.
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