De ahora en adelante, todos lo sabéis, la palabra Apocalipsis, que hace referencia al Fin de los Tiempos, significa exactamente “Revelación“.
Sí, sin duda hay ese Apocalipsis tal como los ha habido semejantes en el pasado de nuestro planeta.
Sin embargo, lo que atrae más bien mi atención aquí, no es la amplitud de los dramáticos acontecimientos de la naturaleza o de cualquier otro tipo, que bien podrían caernos encima un día u otro.
Hablando francamente, desde hace algún tiempo me interesan más nuestros pequeños apocalipsis en la vida cotidiana.
Creo que hace todavía pocos decenios nos escondíamos un mínimo para hacer trampa, para mentir, para robar o para agredir a alguien. Visiblemente, desde hace algún tiempo, cada vez hay menos necesidad de esa discreción.
Lo que veo menos bien es que la superchería, el robo, la usurpación y, sobre todo, la mentira hayan desbordado el mundo llamado profano para hacer igualmente su nido en el corazón mismo del de la espiritualidad.
El advenimiento de una “Nueva Era” a finales de los años setenta o al inicio de los años ochenta nos había hecho esperar la emergencia de una espiritualidad diferente, libre de religiones y de sus evidentes manipulaciones.
No he cambiado de intención al respecto… pero he cambiado de mirada a lo largo de estos últimos años a fuerza, he de decir, de constatar cuánto la “vieja era” a terminado por capturar a la nueva para contaminarla en sus formas de actuar.
Hace treinta y cinco años que navego permanentemente en los llamados medios de la Nueva Conciencia y ello ha terminado por procurarme, creo, una cierta agudeza en la mirada.
Observando, conociendo, escuchando, leyendo, estoy en efecto estupefacto –la palabra no es demasiado fuerte– por el supermercado que se ha creado sobre la situación en cuestión. La palabra jungla me viene igualmente a la mente.
Sus libros desnaturalizan y desvitalizan los temas abordados, sus apariciones públicas rozan a veces el ridículo, y en cuanto a sus “canalizaciones”, son inconsistentes.
No censuro aquí a los que se dejan caer en la trampa, en tal tiovivo, ya que no todos tienen los medios de ver claro ni de usar su discernimiento.
Por ejemplo, porque es bastante significativo y tristemente divertido, recuerdo haber visto, mientras estaba a poca distancia de él, a uno de esos “grandes” nombres abrir un ojo en plena “canalización” para echar una rápida mirada a su reloj y calcular así el tiempo del que disponía antes de la pausa reglamentaria.
Sin embargo, constaté necesariamente que nadie quiso concluir nada ni profundizar en la cuestión, ya que hubiera sido demasiado molesto.
¿Quién quiere realmente saber? ¿Quién quiere realmente comprender y crecer? He aquí las preguntas que me he planteado este día y que están de actualidad más que nunca.
¿Cómo descubrir el engaño? –se me objetará. La mayor parte de las veces por el simple sentido común.
Afortunadamente, los años y el kilometraje ayudan… no dudo ahora en afirmar lo siguiente:
Soy muy consciente de que escribiendo todo esto voy a atraer cuanto menos algunas iras y ataques en toda regla. Cuento con ello.
Engañar en las cuestiones temporales es una cosa, engañar en el dominio del Espíritu es otra.
En esta hora en que nuestro mundo tiene tanta necesidad de verdad y de claridad de alma, alguien tiene que levantarse para advertir de las imposturas. Si hoy soy yo, asumo el riesgo.
No podemos simular indefinidamente el Amor y el Despertar, tenemos demasiada necesidad de una Luz real para que la mentira no tenga consecuencias.
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Supongo que siempre habrá tramposos… y honestos. Quizá sea imposible ser absolutamente honesto en todo y totalmente tramposo en todo . Quizá todos somos honestos en unos aspectos y tramposos en otros .. yo misma quizá me haga trampa 🙂 y menos honesta de lo que creo…, en fin , sé que Daniel se refiere a los tramposos con intención , con conciencia de serlo y con el objetivo de engañar al resto para (lo que creen) su propio beneficio… Intentaré como dice él, usar el sentido común para identificarlos … e ignorarlos :-).
De lo que no tengo ninguna duda, es de la honestidad de Daniel. A pesar que en alguna canalización suya, oí algún mensaje… que no me pareció apropiado… nunca dudo de él… en todo caso, sólo de la entidad que pudo usarlo como canal
Ufffff !!! como me enrollo. Conclusión, me encaaaaaaanta Daniel Meurois… y que conste que solo lo leo en tu blog 😉
Maria, no te enrrollas, has hecho una reflexión y de eso se trata, de no dar nada por hecho además por mucho que nos guste Daniel, no es posible estar de acuerdo siempre, de ser asi, no estariamos haciendo nuestro trabajo y en cambio, estariamos adorando a un personaje. Daniel tambien es humano, con un nivel de consciencia muy alto, pero humano. Coherencia y sentido común para todo y en todo. Abrazos Maria. Semillas Solares