
El tema es que los selfies son como pequeños espejos que reflejan tu imagen y que se han ido adueñado de tu vida para inmortalizar momentos de todo tipo y esto me ha llevado a pensar en como se sigue buscando diferentes maneras de seguir mirándote el ombligo.
Verse, mirarse, criticarse, juzgarse y hasta perder el juicio. Formas y más formas que siguen apuntando la mirada en el yo, en uno mismo y en exhibirse.
Al fin y al cabo el ser humano siempre ha perseguido su propia búsqueda preguntándose ¿quién soy? Y eso le ha llevado a perderse por el camino, a tener su particular forma de ver el mundo y también de verse a si mismo.
Puedes apuntar el selfie hacia otra dirección, hacia los otros que también son tú y ampliar la visión del mundo que te rodea y comprobar que es mucho más rica y variada.
Captura belleza, sonrisas, miradas, abrazos, días soleados, gente caminando de la mano, niños, pájaros volando, flores, colores, texturas, luz.
¿Cuántas horas, días o semanas dedican los que se hacen selfies compulsivamente a retratarse? Tiempo dedicado a capturar una imagen que no muestra lo que eres realmente.
La vida está llena de pequeños gestos y practicar lo ordinario para dejar de lado lo extraordinario es lo que no nos deja avanzar. Lo sencillo, un gesto, una mirada, una sonrisa es lo que alimenta el alma. ¡Deja de alimentar tu yo!
Menos selfie y más realidad
Sigue practicando los selfie pero no olvides practicar el otring, capturar momentos mágicos de otras personas, que los hay y son muchos.
Recuerda que la diversidad suma en tu vida. Menos selfie y más recuerdos de esos que siempre quedan en el alma y no necesitan de una foto para ser recordados. J. Casado.
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