Aburrido del aspecto tradicional del jardín a la entrada de su casa, de la cantidad de agua que gastaba en el riego y del trabajo para mantenerlo, Luke Keegan, de Oakland, empezó a colocar unas cajas de madera.
Al principio, sus vecinos se detenían a mirar, sin comprender de qué se trataba. Al cabo de unos meses, consiguió un maravilloso huerto que asombró a todo el barrio.
Se inspiró en la historia de una pareja canadiense que había hecho un huerto en el jardín al frente de su casa. Gracias a ellos, muchas ciudades actualizaron las leyes que establecen cómo pueden usarse esos espacios verdes.
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