Sonó la campana del despertar y, por primera vez en cientos de miles de años, los mundos de la luz y el consejo de la confederación intergaláctica son accesibles para nosotros. Es el momento de que tanto tu como yo, como el planeta entero, nos unamos a la dimensión de la eternidad. Aquí en la Nueva Tierra participamos sin descanso en una multitud de ceremonias, peregrinajes, círculos de sanación, meditaciones o convocatorias planetarias. Pero en el cielo también las energías de nuestros hermanos estelares y de las fuerzas angélicas se unen en círculo, preparando y celebrando el próximo despertar de la humanidad y el regreso de la luz y del fuego espiritual de los que tanto tiempo hemos estado privados.
Es ese fuego purificador el que ha provocado un verdadero tsunami de la conciencia social, sacando a la luz todas las mentiras y desigualdades que campan por sus respetos en la llamada democracia occidental.
Todas las claves llegadas del Sol penetrarán en nuestro cuerpo activando nuevos filamentos del código genético, liberando implantes y despertando la conciencia multidimensional que se esconde en el llamado adn basura. Y también alcanzarán a los viejos linajes indígenas, sus ruedas medicinales y sus círculos de fuego, que han mantenido vivas las claves de la renovación planetaria.
El despertar se extenderá por todo el manto verde de la Diosa Tierra y manifestará en las cuatro direcciones el triunfo de la luz y la conciencia. Nunca más el olvido del ser, nos hemos ganado el derecho a percibir nuestro cuerpo luminoso, a viajar y conectar con otras dimensiones y a mantener un contacto directo con nuestra familia estelar.
Siempre presente la magnífica frase de mi más tierna infancia: “Fuego vine a traer a este mundo y qué quiero sino que arda”. El Fuego del espíritu ha quedado anclado definitivamente en la Tierra Gaia y está penetrando toda la materia y la vida celular, hasta que podamos habitar en plena conciencia nuestro ser transcendente.
La Clara Luz de la Merkabah ha estado bloqueada durante más de 10.000 años por las tres envolturas de la matrix en las que quedamos encerrados, pero ha llegado el momento de su disolución. Ya no son más necesarias después de la separación de la 3ª y la 5ªD que muy pronto se manifestará en lo cotidiano, separando a la humanidad en dos partes. La de aquellos que no desean asumir su divinidad interna y prefieren ser dirigidos por otros (teniendo libertad para seguir viviendo libremente todo tipo de emociones egóticas), y los que invocan amorosamente la Presencia Yo Soy, aman a nuestra madre Tierra, y empiezan a encarnar plenamente su naturaleza divina.
Cada día más transparentes, con menos nudos en el corazón y con menos bloqueos en nuestros diferentes cuerpos. Más sensibles a la luz del espíritu, descansando en ese resplandor cristalino que purifica tanto la materia como el psiquismo, actuando incluso dentro de la estructura dependiente de la matriz.
Será la Madre Divina la que transmita a la humanidad el anuncio del cambio definitivo de dimensión. Por fin el cielo y la tierra van a caminar al mismo paso, toda la humanidad al lado de nuestros hermanos estelares y seres angélicos, para no separarnos jamás. La magnetosfera terrestre ha sido el medio que han utilizado para anclar la Luz en esta dimensión, y a partir de ahora todo lo que haga resistencia a la conciencia iluminada debe caer y desaparecer para siempre. Es el reino del corazón que ya llega.
El Fuego predicho por el Cristo ya ha llegado, y no sólo en nuestro corazón y en el corazón de la Tierra, sino que está inundando toda la tercera/cuarta dimensión elevándola de frecuencia y transmutándolo todo a su contacto.
El Fuego está aquí, como la Luz del Espíritu y hemos de abandonar toda lucha, simplemente aceptar esta nueva realidad y gozar con ella, porque el Fuego es el vehículo eterno de lo Divino, del Amor y de la Verdad que somos.
Emilio Fiel.